lunes, septiembre 25, 2006

Donde yo no estaba, de Marcelo Cohen


Marcelo Cohen impone su estilo innovador

Donde yo no estaba, Marcelo Cohen. Buenos Aires, Norna, 2006.
726 páginas.

En Donde yo no estaba, su última novela, analiza desde la ciencia ficción los problemas sociopolíticos de un país que podría ser el nuestro.
Marcelo Cohen no deja de sorprender libro a libro. Y no sólo por la excelencia de su prosa y de sus cualidades narrativas, sino por la perfección de su plan estético. Cohen (Buenos Aires, 1951) es uno de los grandes escritores de ciencia ficción en castellano y uno de los más inquietantes renovadores del género. A través de su obra –El sitio de Kelany, El testamento de O’Jaral, El oído absoluto, Hombres amables y Los acuáticos, entre otros títulos–, Cohen ha ido construyendo un mundo narrativo cerrado, enmarcado en una atopía que, sin embargo, nos resulta molestamente familiar. Al mismo tiempo, su prosa –en consonancia con este plan de ubicar sus cuentos y novelas en lugares imaginarios y en tiempos levemente desplazados a un futuro posible– también rebosa de un vocabulario en el que conviven exquisitos arcaísmos y neologismos del castellano en una redacción límpida y, literalmente, encantadora. Este encanto se transmite a los motivos y temas de su exploración literaria: la ciencia ficción de Cohen es una proyección de los problemas humanos (domésticos, existenciales, religiosos, estéticos, administrativos, familiares, afectivos) de una persona cualquiera. En Cohen la presencia del ingrediente tecnológico y científico es mínimo; su ciencia ficción es sociopolítica. En su última y monumental novela, Donde yo no estaba, el protagonista, Aliano D’Evanderey, es un comerciante al por mayor de lencería, padre de dos hijos adolescentes y esposo de una curadora de un museo. Un día le diagnostican un tumor maligno en el cerebro y las cosas empiezan a cambiar. Narrada en primera persona, a la manera de un diario personal, la acción avanza, se detiene y vuelve a avanzar a grandes pasos ideológicos, porque Aliano se ve envuelto en los conflictos de la política de la Democracia Gentil, de la religión del Pensar y la vieja creencia del Dios Solo, de las crisis económicas, de la adicción a la Panconciencia, de la tentación de la droga Todolvide y de los avatares del trimonio (el matrimonio de tres). Pleno de poesía e imaginación, Cohen propone otra literatura. Una literatura que ve, cuenta y señala desde un rico desplazamiento formal los conflictos humanos de siempre.

(C) Patricia Rodón

Publicado en Diario UNO, Mendoza, Argentina

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No se si funciona aúneste blog, pero me interesa la obra de Cohen: hace poco compré dos de sus libros: Hombres amables y El final de lo mismo. Una lectura superficial me hubiera obligado a desoir uno de los tantos mandamientos que se deben cumplir con un libro: no lo arrojarás jamás contra nada. Pero ahí está.
En etapa de experimentación?
Lo pondré garra y amor

Anónimo dijo...

He leído el Testamento de O'Jaral y los cuentos de El fin de lo mismo.

Ahora estoy acabando Donde yo estaba.

Me fascina su vocabulario.

césar villafane dijo...

estoy por terminar donde yo no estaba, me espera en mi biblioteca otro libro de cohen, recomendado por mi admirada beatriz sarlo: en el país de la dama eléctrica.
césar villafane, alemania