lunes, septiembre 25, 2006

Los animales salvajes, de Griselda Gambaro


Más que humanos


Los animales salvajes, de Griselda Gambaro. Buenos Aires, Norma, 2006. 160 páginas

Griselda Gambaro acaba de publicar Los animales salvajes, un libro de relatos en los que se sirve del significado simbólico de las especies.


Libro a libro, Griselda Gambaro confirma una y otra vez por qué es una de las escritoras argentinas contemporáneas más interesantes.No sólo se trata de su notable manejo del lenguaje, sino de su capacidad para extraer de la anécdota más nimia una historia atractiva, original, despiadada y siempre denunciante. En Los animales salvajes la autora se sirve las figuras de animales -el rinoceronte, el tigre, el cocodrilo, la jirafas, las moscas, las águilas, entre muchos otros-, para reelaborar a la manera de fábulas sus constantes preocupaciones vitales y estéticas: la exploración de los bordes del alma, de los suburbios de las ciudades, de los límites culturales, de las prolongaciones del amor, de la categoría extraterritorial de la escritura, del poder salvador de la poesía y la resistencia a todo tipo de censura que represente falta de libertad. La notable narradora y dramaturga argentina vuelve en estos relatos a sus complejos personajes en los que la marginalidad, la pobreza, la violencia, los prejuicios y la crueldad de las condiciones en las que deben vivir son una cárcel mental de la que sólo pueden escapar a través de los sueños. O de la fábula. Gambaro le dio batalla a la ignorancia de los censores con la mejor literatura. Su novela Dios no nos quiere contentos es una prueba de ello. Los animales salvajes también. Porque el hecho de servirse de los significados simbólicos que entraña la figura de uno u otro animal le sirve a Gambaro para insistir -siempre buscando una fórmula nueva- tanto en los secretos del territorio de la palabra como de sus más constantes preocupaciones: la miseria, el desamparo, la falta de sentido de la injusticia, el miedo ante la inminencia de la muerte, la fuerza de la generosidad y de las acciones conjuntas. Estos animales, transfigurados en humanos, hablan de la soledad, de la melancolía, de la violencia, de la imperiosa necesidad de belleza. Sin rendirle tributo a ningún animal en particular, lo que logra Gambaro a través de estas mistificaciones es denunciar todo el abanico de las conductas humanas. Con poesía, con magia, con ironía.

(C) Patricia Rodón

Publicado en Diario UNO, Mendoza, Argentina

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