
Sátira de los mercados
Cosmópolis, de Don DeLillo. Buenos Aires, Seix Barral, 2003. 239 páginas.
En clave de grotesco, Don DeLillo pergeña en Cosmópolis, una temible caricatura de la idea de la globalización y sus remanidas derivaciones.
El hipermillonario Eric Parker, típico joven, vanidoso y hastiado asesor financiero neoyorquino y dueño de una empresa punto.com, decide una mañana cualquiera de abril de 2000 ir de un extremo a otro de la mentada Cosmópolis en busca de un corte de pelo en la peluquería de los suburbios de su infancia.
A bordo de su limusina extralarga atestada de tecnología, acompañado por un trío de guardaespaldas y dialogando en el trayecto con sus propios analistas de mercados y de conductas sociales, con sus amantes y con su esposa, Parker protagoniza un moderno viaje de iniciación que no es otra cosa que una feroz sátira sobre un mundo anoréxico a causa de los mercados financieros y tecnológicos.
Pero como todo viaje necesita peripecias, DeLillo presenta una ciudad monstruosa que comprime, asalta y amenaza al irracionalmente inmutable Parker: la llegada del presidente a la ciudad, una violenta manifestación antiglobalización, el funeral de un ídolo de rap y el rodaje de una película enmarcan la nada en la que vive el personaje (incluida su conciencia de la representación de un papel), la virtualidad exasperante de todas sus cosas, semejante a las cifras, estadísticas y millones digitales que pasan ante sus ojos en las decenas de pantallas de su limusina. Parker ama, asesina y se suicida financieramente al comprar todos los yen justo cuando cae el Nasdaq (la bolsa de las empresas tecnológicas), con la misma frialdad con la que encargaría una crema de afeitar.
Cosmópolis está lejos de ser una obra maestra, como se la ha vendido, pero tiene el mérito de mejorar a medida que transcurren las horas de esa breve travesía urbana, donde el absurdo y las contradicciones de la globalización le permiten a DeLillo cometer un final interesante.
(C) Patricia Rodón
Publicado en Diario UNO, Mendoza, Argentina